El diezmo: un balance de la polémica conversación en la Iglesia

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El tema del diezmo es una de las prácticas más debatidas en la Iglesia de hoy. En los últimos tiempos, muchos cristianos se han visto envueltos en esta conversación. Si bien hay varias razones por las que el diezmo atrae tanta atención, creo que la razón principal de todo este ruido es que hay dinero de por medio. En mi opinión, hay preocupaciones más críticas en las que la Iglesia debería centrarse, en particular las relacionadas con las doctrinas fundamentales.

El nivel de interés en los asuntos financieros

Muchos cristianos participan con entusiasmo en las discusiones sobre cuestiones doctrinales fundamentales, pero cuando se trata de asuntos financieros como el diezmo, el nivel de participación aumenta. No es sorprendente, ya que las personas tienen fuertes sentimientos acerca de a dónde va su dinero y cómo se usa. Esto hace que el tema del diezmo sea más controvertido de lo necesario, simplemente porque implica los ingresos que las personas ganan con tanto esfuerzo, específicamente el 10% de sus ingresos brutos o netos, según a quién se le pregunte.

Las dos caras del debate sobre el diezmo

La Iglesia tiene dos facciones principales en lo que respecta al tema del diezmo. Por un lado están los que sostienen que es obligatorio y esperan pagos regulares; llamémoslos «partidarios del diezmo». Por otro lado, están los que están en contra del diezmo, quienes dicen que el diezmo no es obligatorio y que los ministros no deben hacerlo cumplir. Ambos grupos tienen razones sólidas y textos bíblicos que respaldan sus posiciones, pero la cuestión de quién tiene la razón aún persiste.

Cristianos que buscan claridad

La mayoría de los cristianos simplemente quieren hacer lo que creen que agradará a Dios, y el diezmo no es diferente. Acuden a sus ministros —en quienes confían en que son doctrinalmente sólidos— para que les guíen para alcanzar una resolución basada en la Biblia. Lamentablemente, muchos terminan en uno u otro bando, ya sea sintiéndose obligados a diezmar o descartándolo por completo, sin entender realmente por qué. Esto deja a innumerables creyentes confundidos, que buscan claridad para poder avanzar en sus vidas cristianas, sin la confusión que rodea al diezmo.

Mi viaje hacia la comprensión

La búsqueda de la verdad rara vez es sencilla. Siguiendo el ejemplo de mi pastor partidario del diezmo, al principio acepté el diezmo sin entenderlo completamente. En ese momento, me empeñaba celosamente en seguir las instrucciones de la Iglesia porque creía que eso complacía a mi Salvador. Sin embargo, a medida que mi fe maduraba y era puesta a prueba, empecé a cuestionar mis creencias. Los argumentos en contra del diezmo empezaron a tener más sentido, pero aún no estaba del todo convencida de que ninguna de las partes tuviera razón. Esta falta de claridad me preocupaba, pues sinceramente quería hacer lo correcto.

Al escudriñar las Escrituras, meditar y orar, busqué la guía del Espíritu Santo. Finalmente, encontré las respuestas que disiparon mis dudas, y la resolución me encantó.

El equilibrio entre el diezmo y el dar

La respuesta a si se debe diezmar o no no no es ni estrictamente sí ni no. Si bien el diezmo no es obligatorio, tampoco está mal practicarlo. De hecho, si eres salvo y deseas crecer espiritualmente, es posible que te sientas atraído naturalmente por el diezmo y, luego, tu donación aumente gradualmente. El diezmo es, en esencia, un acto de entrega dedicada.

Algunas personas pueden dar más del 10%, mientras que otras pueden dar menos, según sus medios, pero lo que importa es la consistencia y el corazón detrás de la donación. Dios se complace cuando damos por amor, sin importar cuán pequeña sea la contribución.

El panorama más amplio de las donaciones dedicadas

Como se mencionó anteriormente, el diezmo sigue siendo un tema controvertido. Tanto los partidarios del diezmo como los que están en contra solo tienen una parte de la verdad. La verdadera esencia de dar en Cristo —ya sea a través del diezmo o de otras formas de contribución— reside en un corazón de devoción hacia la Iglesia y su misión. Esta es la perspectiva en la que he llegado a creer, y resume maravillosamente la postura actual que mantengo con respecto a la donación. Como lo expresa tan claramente el profeta Joel Ogebe de La casa de Salem, entender esta verdad brinda libertad y claridad al dar.